Hemos estado observando los partidos de la selección Colombia ahora bajo la “escuela Lara” y la verdad, las ilusiones de clasificar al mundial cada día se desdibujan más.
Para empezar, todas las categorías están bajo su influencia y por eso ya no se nota disciplina y orden en la cancha, por cuanto, contrario a lo que sucede con los jugadores de otros países, donde todos procuran brillar en sus clubes nacionales o del exterior para que sean llamados a la Selección, aquí nuestros futbolistas quieren llegar a la selección como trampolín para un jugoso contrato. Entonces, nuestro equipo es un conjunto de individualidades donde cada quien monta su espectáculo para los empresarios de la gradería y no hay dirección técnica que haga valer la autoridad para orientar el rumbo hacia el interés de toda la nación.
Recién terminó el suramericano sub 20 en Venezuela, donde llegamos como grandes favoritos, producto de la larga preparación, donde se realizaron giras y se participó en torneos cortos con buenos resultados, sin embargo, nos dimos con un palmo de narices pues en la competencia que otorgaba 4 cupos al mundial, cada jugador optó por hacer lo suyo y el entrenador heredero de Lara no tuvo la capacidad suficiente ni la autoridad sobre el grupo para corregir a tiempo. Incluso en uno de los partidos donde un jugador supuestamente “indispensable” se encontraba lesionado, el DT todavía le consultaba si quería salir o no del campo de juego.
Con el último partido de la selección de mayores ante Haití, quedó ratificado que un equipo sin brújula, sin alma, y con la mira puesta en dónde estarán los empresarios del futbol, pocas ilusiones nos podemos hacer de regresar a los mundiales .
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